La propiedad industrial e intelectual (IP) es uno de los elementos más importantes que debe tener en cuenta el emprendedor. La legislación nacional, comunitaria e internacional nos ofrece un amplio abanico de posibilidades para proteger aquello que se ha desarrollado desde una idea y que lleva al emprendedor a embarcarse en una empresa, en el sentido literal de la palabra.
Dentro de los primeros pasos de un emprendedor debería siempre encontrarse la tarea de establecer una estrategia de IP; no obstante, este paso que con toda certeza es uno de los más importantes, normalmente no se tiene en cuenta. El emprendedor no debería obtener registros sin ningún tipo de criterio, sino que debe analizar la efectividad y la utilidad de los mismos.
A menudo, empresas consolidadas y grandes con altos recursos económicos buscan una estrategia basada en conseguir y mantener un gran número de registros. Pero registrar sin ningún tipo de análisis de los intereses para la empresa puede resultar costoso e incluso inútil, una estrategia por lo demás que un emprendedor normalmente no se puede permitir. Para determinar una estrategia de IP no hay una fórmula preestablecida; en esencia, se trata de conocer las opciones, la empresa y el plan de futuro de la misma y con estos datos se podrá concretar cuáles son las mejores opciones para el emprendedor.
Realizar una buena estrategia de IP pasa porque el emprendedor se familiarice con todas las posibilidades que hay a su alcance: desde la protección de invenciones, marcas y secretos, hasta la protección de algoritmos, bases de datos y/o códigos fuente. Además, es necesario que sea consciente del alcance y las limitaciones de cada tipo de protección, así como los plazos de ésta que afecten a su estrategia.
Es importante tener en cuenta que una planificación de IP bien desarrollada y justificada en el plan de negocio, constituye la base de una empresa fuerte y un atractivo para inversores.
La propiedad industrial e intelectual (IP) es uno de los elementos más importantes que debe tener en cuenta el emprendedor. La legislación nacional, comunitaria e internacional nos ofrece un amplio abanico de posibilidades para proteger aquello que se ha desarrollado desde una idea y que lleva al emprendedor a embarcarse en una empresa, en el sentido literal de la palabra.
Dentro de los primeros pasos de un emprendedor debería siempre encontrarse la tarea de establecer una estrategia de IP; no obstante, este paso que con toda certeza es uno de los más importantes, normalmente no se tiene en cuenta. El emprendedor no debería obtener registros sin ningún tipo de criterio, sino que debe analizar la efectividad y la utilidad de los mismos.
A menudo, empresas consolidadas y grandes con altos recursos económicos buscan una estrategia basada en conseguir y mantener un gran número de registros. Pero registrar sin ningún tipo de análisis de los intereses para la empresa puede resultar costoso e incluso inútil, una estrategia por lo demás que un emprendedor normalmente no se puede permitir. Para determinar una estrategia de IP no hay una fórmula preestablecida; en esencia, se trata de conocer las opciones, la empresa y el plan de futuro de la misma y con estos datos se podrá concretar cuáles son las mejores opciones para el emprendedor.
Realizar una buena estrategia de IP pasa porque el emprendedor se familiarice con todas las posibilidades que hay a su alcance: desde la protección de invenciones, marcas y secretos, hasta la protección de algoritmos, bases de datos y/o códigos fuente. Además, es necesario que sea consciente del alcance y las limitaciones de cada tipo de protección, así como los plazos de ésta que afecten a su estrategia.
Es importante tener en cuenta que una planificación de IP bien desarrollada y justificada en el plan de negocio, constituye la base de una empresa fuerte y un atractivo para inversores.
La propiedad industrial e intelectual (IP) es uno de los elementos más importantes que debe tener en cuenta el emprendedor. La legislación nacional, comunitaria e internacional nos ofrece un amplio abanico de posibilidades para proteger aquello que se ha desarrollado desde una idea y que lleva al emprendedor a embarcarse en una empresa, en el sentido literal de la palabra.
Dentro de los primeros pasos de un emprendedor debería siempre encontrarse la tarea de establecer una estrategia de IP; no obstante, este paso que con toda certeza es uno de los más importantes, normalmente no se tiene en cuenta. El emprendedor no debería obtener registros sin ningún tipo de criterio, sino que debe analizar la efectividad y la utilidad de los mismos.
A menudo, empresas consolidadas y grandes con altos recursos económicos buscan una estrategia basada en conseguir y mantener un gran número de registros. Pero registrar sin ningún tipo de análisis de los intereses para la empresa puede resultar costoso e incluso inútil, una estrategia por lo demás que un emprendedor normalmente no se puede permitir. Para determinar una estrategia de IP no hay una fórmula preestablecida; en esencia, se trata de conocer las opciones, la empresa y el plan de futuro de la misma y con estos datos se podrá concretar cuáles son las mejores opciones para el emprendedor.
Realizar una buena estrategia de IP pasa porque el emprendedor se familiarice con todas las posibilidades que hay a su alcance: desde la protección de invenciones, marcas y secretos, hasta la protección de algoritmos, bases de datos y/o códigos fuente. Además, es necesario que sea consciente del alcance y las limitaciones de cada tipo de protección, así como los plazos de ésta que afecten a su estrategia.
Es importante tener en cuenta que una planificación de IP bien desarrollada y justificada en el plan de negocio, constituye la base de una empresa fuerte y un atractivo para inversores.