Podríamos enmarcar la incertidumbre en materia de pensiones en las siguientes coordenadas: que si el Fondo de Reserva de la Seguridad Social está en las últimas al contabilizar poco más de 15.000 millones de euros a cierre de 2016 (frente a los 67.000 millones de 2011); que si el pleno empleo será insuficiente -alerta Fedea- para garantizar la sostenibilidad de la Seguridad Social; o que España será en 2050 el segundo país más envejecido del mundo, avanza la CEOE con datos del INE.
Aunque el Gobierno acaba de anunciar que recurrirá a la deuda pública para canalizar recursos a la Seguridad Social, de no encontrarse respuestas adecuadas la situación puede devenir en un gran perjuicio para las personas que han cotizado toda la vida para tener una vejez digna; y lo que es peor, sin que nadie responda de ello. Habría que estudiar qué fue de las contribuciones recaudadas en los inicios del sistema cuando la jubilación se establecía en los 65 años y la esperanza de vida en los 59 años.
Si bien ya se ha empezado a proponer el pago de las pensiones de orfandad y viudedad con cargo a los presupuestos del Estado, o que se plantean medidas como el retraso de la edad de jubilación y la reducción de las pensiones, el grupo cada vez más numeroso y políticamente influyente de los mayores de edad difícilmente permitirá con sus votos la adopción de medidas que les perjudiquen.
Otro factor agrava la situación: el auge de la robotización, de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías impide asegurar un trabajo para la mayoría. ¿Pagarán las máquinas las pensiones? ¿Son pensiones y renta básica universal extremos de un mismo vaso comunicante?
Cualquier solución satisfactoria deberá incardinarse dentro de un modelo de sociedad distinto al actual. La duda radica en saber quién liderará el cambio y hacia dónde se orientará.
Podríamos enmarcar la incertidumbre en materia de pensiones en las siguientes coordenadas: que si el Fondo de Reserva de la Seguridad Social está en las últimas al contabilizar poco más de 15.000 millones de euros a cierre de 2016 (frente a los 67.000 millones de 2011); que si el pleno empleo será insuficiente -alerta Fedea- para garantizar la sostenibilidad de la Seguridad Social; o que España será en 2050 el segundo país más envejecido del mundo, avanza la CEOE con datos del INE.
Aunque el Gobierno acaba de anunciar que recurrirá a la deuda pública para canalizar recursos a la Seguridad Social, de no encontrarse respuestas adecuadas la situación puede devenir en un gran perjuicio para las personas que han cotizado toda la vida para tener una vejez digna; y lo que es peor, sin que nadie responda de ello. Habría que estudiar qué fue de las contribuciones recaudadas en los inicios del sistema cuando la jubilación se establecía en los 65 años y la esperanza de vida en los 59 años.
Si bien ya se ha empezado a proponer el pago de las pensiones de orfandad y viudedad con cargo a los presupuestos del Estado, o que se plantean medidas como el retraso de la edad de jubilación y la reducción de las pensiones, el grupo cada vez más numeroso y políticamente influyente de los mayores de edad difícilmente permitirá con sus votos la adopción de medidas que les perjudiquen.
Otro factor agrava la situación: el auge de la robotización, de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías impide asegurar un trabajo para la mayoría. ¿Pagarán las máquinas las pensiones? ¿Son pensiones y renta básica universal extremos de un mismo vaso comunicante?
Cualquier solución satisfactoria deberá incardinarse dentro de un modelo de sociedad distinto al actual. La duda radica en saber quién liderará el cambio y hacia dónde se orientará.
Podríamos enmarcar la incertidumbre en materia de pensiones en las siguientes coordenadas: que si el Fondo de Reserva de la Seguridad Social está en las últimas al contabilizar poco más de 15.000 millones de euros a cierre de 2016 (frente a los 67.000 millones de 2011); que si el pleno empleo será insuficiente -alerta Fedea- para garantizar la sostenibilidad de la Seguridad Social; o que España será en 2050 el segundo país más envejecido del mundo, avanza la CEOE con datos del INE.
Aunque el Gobierno acaba de anunciar que recurrirá a la deuda pública para canalizar recursos a la Seguridad Social, de no encontrarse respuestas adecuadas la situación puede devenir en un gran perjuicio para las personas que han cotizado toda la vida para tener una vejez digna; y lo que es peor, sin que nadie responda de ello. Habría que estudiar qué fue de las contribuciones recaudadas en los inicios del sistema cuando la jubilación se establecía en los 65 años y la esperanza de vida en los 59 años.
Si bien ya se ha empezado a proponer el pago de las pensiones de orfandad y viudedad con cargo a los presupuestos del Estado, o que se plantean medidas como el retraso de la edad de jubilación y la reducción de las pensiones, el grupo cada vez más numeroso y políticamente influyente de los mayores de edad difícilmente permitirá con sus votos la adopción de medidas que les perjudiquen.
Otro factor agrava la situación: el auge de la robotización, de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías impide asegurar un trabajo para la mayoría. ¿Pagarán las máquinas las pensiones? ¿Son pensiones y renta básica universal extremos de un mismo vaso comunicante?
Cualquier solución satisfactoria deberá incardinarse dentro de un modelo de sociedad distinto al actual. La duda radica en saber quién liderará el cambio y hacia dónde se orientará.