“No hay innovación y emprendimiento sin fracaso”
¿Cuáles son los rasgos que definen el actual esquema de relaciones económicas bilaterales entre España e Israel?
Israel es el socio comercial más importante de España en Oriente Medio. Las exportaciones españolas suman un valor aproximado de 1.500 millones de euros en ámbitos como la automoción, las materias primas y la confección, mientras que las importaciones ascienden a unos 600 millones, con un peso preeminente de la tecnología destinada a múltiples aplicaciones, por delante de química y materias primas. Con un matiz: una parte importante de la tecnología israelí que llega a España no se refleja en las cifras disponibles, pues está integrada en productos dirigidos a los usuarios como son teléfonos móviles, ordenadores u otros.
¿Qué sectores en Israel ofrecen más oportunidades de negocio para las empresas españolas?
Las empresas españolas deben observar a Israel desde dos puntos de vista: como un mercado desarrollado con más de ocho millones de habitantes, pero también como una fuente de tecnología innovadora. Hay que fomentar los puentes tecnológicos entre España e Israel en beneficio de la competitividad empresarial y para ello es necesario cierto apoyo institucional, sobre todo pensando en las pymes españolas que, por regla general, todavía no asumen esta concepción de forma natural. Israel presenta buenas oportunidades en infraestructuras -se está invirtiendo mucho en esta materia-, del mismo modo que la adopción de la certificación kosher puede permitir a las empresas españolas el desarrollo de productos muy competitivos y atractivos para los mercados internacionales.
¿Puede definir en qué consiste la ‘nación startup’ y valorar si la realidad que subyace en ella es consecuencia o causa de la capacidad innovadora del país?
Sin duda, el ecosistema emprendedor propio es causa de su capacidad innovadora. Si bien Israel es uno de los cuatro países más innovadores del mundo porque ha desarrollado mucha tecnología en el área de defensa que tiene un uso civil, desde la Cámara trabajamos para intentar replicar en España algunas de las características de tal modelo, en base a cuatro consideraciones: hay que financiar la innovación y aquí juegan un papel crucial las empresas de capital riesgo, puesto que los bancos no la sufragan porque el riesgo es demasiado alto; para innovar no basta con emprender, sino que hay que disponer de tecnología de primer nivel, en buena medida gracias a la capacitación de universidades y parques tecnológicos; tienen que coexistir la cultura del emprendimiento -en Israel los alumnos de las universidades desean ser emprendedores antes que optar por carreras en el seno de multinacionales- y la aceptación del fracaso, porque no hay innovación y emprendimiento sin fracaso; y debe establecerse un marco regulatorio y administrativo facilitador de tales actividades, al tiempo que se prioriza una estrategia de especialización.
¿En qué medida la colaboración público-privada debe ser un factor relevante en la salud y la competitividad de un ecosistema emprendedor?
En Israel este aspecto es clave. Tanto en lo que respecta al desarrollo de conocimientos de una forma constante, como también a la disponibilidad de recursos económicos y humanos, la combinación público-privada es perfecta.
¿Echa en falta un plan estratégico vertebrador del crecimiento a medio y largo plazo para la economía española?
Es cierto que la estructura competitiva española no se ha desarrollado lo suficiente. La única opción con garantías es competir por valor añadido y no por coste, para lo cual la innovación es un imperativo. Lo ocurrido en Israel es paradigmático: un país agrícola en los años 70 y 80 del siglo pasado, hoy exporta tecnología al mundo. España debe encarrilar su modelo competitivo, para lo que es necesaria la planificación -si pensamos en términos de plan estratégico, China lo está haciendo muy bien-, así como la coordinación en lo que respecta a los recursos disponibles para la innovación y la búsqueda de un nicho competitivo.
¿Afecta a Israel la incertidumbre derivada de factores geopolíticos y económicos internacionales o su especialización en servicios tecnológicos supone un blindaje ante coyunturas de este tipo?
Israel ha sido uno de los pocos países desarrollados que no ha sufrido recesión en la última crisis económica global. La clave ha sido la especialización: sus exportaciones globales han crecido de forma exponencial en materia de tecnología, mientras que en otros ámbitos el crecimiento ha sido lineal. No podemos hablar de blindaje, pero sí de una evidente ventaja competitiva.
“No hay innovación y emprendimiento sin fracaso”
¿Cuáles son los rasgos que definen el actual esquema de relaciones económicas bilaterales entre España e Israel?
Israel es el socio comercial más importante de España en Oriente Medio. Las exportaciones españolas suman un valor aproximado de 1.500 millones de euros en ámbitos como la automoción, las materias primas y la confección, mientras que las importaciones ascienden a unos 600 millones, con un peso preeminente de la tecnología destinada a múltiples aplicaciones, por delante de química y materias primas. Con un matiz: una parte importante de la tecnología israelí que llega a España no se refleja en las cifras disponibles, pues está integrada en productos dirigidos a los usuarios como son teléfonos móviles, ordenadores u otros.
¿Qué sectores en Israel ofrecen más oportunidades de negocio para las empresas españolas?
Las empresas españolas deben observar a Israel desde dos puntos de vista: como un mercado desarrollado con más de ocho millones de habitantes, pero también como una fuente de tecnología innovadora. Hay que fomentar los puentes tecnológicos entre España e Israel en beneficio de la competitividad empresarial y para ello es necesario cierto apoyo institucional, sobre todo pensando en las pymes españolas que, por regla general, todavía no asumen esta concepción de forma natural. Israel presenta buenas oportunidades en infraestructuras -se está invirtiendo mucho en esta materia-, del mismo modo que la adopción de la certificación kosher puede permitir a las empresas españolas el desarrollo de productos muy competitivos y atractivos para los mercados internacionales.
¿Puede definir en qué consiste la ‘nación startup’ y valorar si la realidad que subyace en ella es consecuencia o causa de la capacidad innovadora del país?
Sin duda, el ecosistema emprendedor propio es causa de su capacidad innovadora. Si bien Israel es uno de los cuatro países más innovadores del mundo porque ha desarrollado mucha tecnología en el área de defensa que tiene un uso civil, desde la Cámara trabajamos para intentar replicar en España algunas de las características de tal modelo, en base a cuatro consideraciones: hay que financiar la innovación y aquí juegan un papel crucial las empresas de capital riesgo, puesto que los bancos no la sufragan porque el riesgo es demasiado alto; para innovar no basta con emprender, sino que hay que disponer de tecnología de primer nivel, en buena medida gracias a la capacitación de universidades y parques tecnológicos; tienen que coexistir la cultura del emprendimiento -en Israel los alumnos de las universidades desean ser emprendedores antes que optar por carreras en el seno de multinacionales- y la aceptación del fracaso, porque no hay innovación y emprendimiento sin fracaso; y debe establecerse un marco regulatorio y administrativo facilitador de tales actividades, al tiempo que se prioriza una estrategia de especialización.
¿En qué medida la colaboración público-privada debe ser un factor relevante en la salud y la competitividad de un ecosistema emprendedor?
En Israel este aspecto es clave. Tanto en lo que respecta al desarrollo de conocimientos de una forma constante, como también a la disponibilidad de recursos económicos y humanos, la combinación público-privada es perfecta.
¿Echa en falta un plan estratégico vertebrador del crecimiento a medio y largo plazo para la economía española?
Es cierto que la estructura competitiva española no se ha desarrollado lo suficiente. La única opción con garantías es competir por valor añadido y no por coste, para lo cual la innovación es un imperativo. Lo ocurrido en Israel es paradigmático: un país agrícola en los años 70 y 80 del siglo pasado, hoy exporta tecnología al mundo. España debe encarrilar su modelo competitivo, para lo que es necesaria la planificación -si pensamos en términos de plan estratégico, China lo está haciendo muy bien-, así como la coordinación en lo que respecta a los recursos disponibles para la innovación y la búsqueda de un nicho competitivo.
¿Afecta a Israel la incertidumbre derivada de factores geopolíticos y económicos internacionales o su especialización en servicios tecnológicos supone un blindaje ante coyunturas de este tipo?
Israel ha sido uno de los pocos países desarrollados que no ha sufrido recesión en la última crisis económica global. La clave ha sido la especialización: sus exportaciones globales han crecido de forma exponencial en materia de tecnología, mientras que en otros ámbitos el crecimiento ha sido lineal. No podemos hablar de blindaje, pero sí de una evidente ventaja competitiva.
“No hay innovación y emprendimiento sin fracaso”
¿Cuáles son los rasgos que definen el actual esquema de relaciones económicas bilaterales entre España e Israel?
Israel es el socio comercial más importante de España en Oriente Medio. Las exportaciones españolas suman un valor aproximado de 1.500 millones de euros en ámbitos como la automoción, las materias primas y la confección, mientras que las importaciones ascienden a unos 600 millones, con un peso preeminente de la tecnología destinada a múltiples aplicaciones, por delante de química y materias primas. Con un matiz: una parte importante de la tecnología israelí que llega a España no se refleja en las cifras disponibles, pues está integrada en productos dirigidos a los usuarios como son teléfonos móviles, ordenadores u otros.
¿Qué sectores en Israel ofrecen más oportunidades de negocio para las empresas españolas?
Las empresas españolas deben observar a Israel desde dos puntos de vista: como un mercado desarrollado con más de ocho millones de habitantes, pero también como una fuente de tecnología innovadora. Hay que fomentar los puentes tecnológicos entre España e Israel en beneficio de la competitividad empresarial y para ello es necesario cierto apoyo institucional, sobre todo pensando en las pymes españolas que, por regla general, todavía no asumen esta concepción de forma natural. Israel presenta buenas oportunidades en infraestructuras -se está invirtiendo mucho en esta materia-, del mismo modo que la adopción de la certificación kosher puede permitir a las empresas españolas el desarrollo de productos muy competitivos y atractivos para los mercados internacionales.
¿Puede definir en qué consiste la ‘nación startup’ y valorar si la realidad que subyace en ella es consecuencia o causa de la capacidad innovadora del país?
Sin duda, el ecosistema emprendedor propio es causa de su capacidad innovadora. Si bien Israel es uno de los cuatro países más innovadores del mundo porque ha desarrollado mucha tecnología en el área de defensa que tiene un uso civil, desde la Cámara trabajamos para intentar replicar en España algunas de las características de tal modelo, en base a cuatro consideraciones: hay que financiar la innovación y aquí juegan un papel crucial las empresas de capital riesgo, puesto que los bancos no la sufragan porque el riesgo es demasiado alto; para innovar no basta con emprender, sino que hay que disponer de tecnología de primer nivel, en buena medida gracias a la capacitación de universidades y parques tecnológicos; tienen que coexistir la cultura del emprendimiento -en Israel los alumnos de las universidades desean ser emprendedores antes que optar por carreras en el seno de multinacionales- y la aceptación del fracaso, porque no hay innovación y emprendimiento sin fracaso; y debe establecerse un marco regulatorio y administrativo facilitador de tales actividades, al tiempo que se prioriza una estrategia de especialización.
¿En qué medida la colaboración público-privada debe ser un factor relevante en la salud y la competitividad de un ecosistema emprendedor?
En Israel este aspecto es clave. Tanto en lo que respecta al desarrollo de conocimientos de una forma constante, como también a la disponibilidad de recursos económicos y humanos, la combinación público-privada es perfecta.
¿Echa en falta un plan estratégico vertebrador del crecimiento a medio y largo plazo para la economía española?
Es cierto que la estructura competitiva española no se ha desarrollado lo suficiente. La única opción con garantías es competir por valor añadido y no por coste, para lo cual la innovación es un imperativo. Lo ocurrido en Israel es paradigmático: un país agrícola en los años 70 y 80 del siglo pasado, hoy exporta tecnología al mundo. España debe encarrilar su modelo competitivo, para lo que es necesaria la planificación -si pensamos en términos de plan estratégico, China lo está haciendo muy bien-, así como la coordinación en lo que respecta a los recursos disponibles para la innovación y la búsqueda de un nicho competitivo.
¿Afecta a Israel la incertidumbre derivada de factores geopolíticos y económicos internacionales o su especialización en servicios tecnológicos supone un blindaje ante coyunturas de este tipo?
Israel ha sido uno de los pocos países desarrollados que no ha sufrido recesión en la última crisis económica global. La clave ha sido la especialización: sus exportaciones globales han crecido de forma exponencial en materia de tecnología, mientras que en otros ámbitos el crecimiento ha sido lineal. No podemos hablar de blindaje, pero sí de una evidente ventaja competitiva.